Agua Virtual, Huella Hídrica y Empresas.
Consumimos mucha agua. Barata, si solo miramos los euros que pagamos. Muy cara, si reflexionamos sobre su limitada cuantía y disponibilidad. Los poderes públicos tienen que ser los primeros en vigilar este cada vez más escaso bien: su calidad, su disponibilidad, su buen o mal uso, etc. Pero, desde luego, la iniciativa privada, tanto como la población en general, debe dar pasos decididos para asegurar su disponibilidad en el futuro. Futuro inmediato, de hecho. Dos conceptos: Agua Virtual (Allan, 1998) y Huella Hídrica (Hoekstra y Hung, 2002). Agua Virtual: es el agua que contienen los productos; la empleada para producirlos, sean agrícolas, industriales o servicios. Y cuando se dice empleada, se quiere incluir al agua que se utiliza de forma directa más la que se consume de manera indirecta. Huella Hídrica: Este concepto es una ampliación del concepto de Agua Virtual. Refiere el volumen de agua dulce -sea de lluvia, superficial o subterránea- que ha sido destinado para su elaboración a lo largo de toda la cadena productiva, incluyendo la que fue evaporada, incorporada al producto, contaminada, y devuelta a otra cuenca o al mar. Al volumen de agua de lluvia se le denomina huella hídrica verde, al de agua superficial y subterránea huella hídrica azul y al volumen de agua contaminada en el proceso productivo se le conoce como huella hídrica gris. Existe una Red de la Huella Hídrica. Un kilo de carne, un pantalón vaquero, un coche, el maíz congelado de la ensalada, los azulejos, el papel de los libros… todo lleva intrínseco a su propia producción su contribución a la huella hídrica. Y, cuando se cuantifica, asusta. Un ejemplo: 1 kg de café tostado, 18,900 litros de agua. ¡Casi 19 toneladas de agua! La optimización de los procesos industriales, a efectos de consumo de agua, es crítica en la Huella Hídrica. Esto no necesita explicación. Cada litro que se pierde, se malgasta o consume innecesariamente, se añade a los litros que se suman para la producción del bien. Demasiada agua a tenor de la disponibilidad actual (y futura). Las empresas, por cultura y responsabilidad, y hasta por posibilidades, deben ser las primeras en actuar. Son el motor de las naciones. Y en su comportamiento está el futuro del planeta. Nosotros, en ambientCare, ayudamos a las empresas con esto. Y se benefician directa e inmediatamente. A muy corto plazo. Nuestro planeta, también. No esperemos a un la letra con sangre entra. vicente m. picó | dirección general ambientCare